HOLAAAA LECTORES¡
Mi abuelo Ángel empieza a hacerse mayor, por lo que explicare todas las medidas
de prevención y ayudas para la tercera edad para que se mantenga sano y en
forma. Se lo iré explicando en varias entras, en esta voy a hablar sobre las medidas
de prevención ante la inmovilidad y las caídas.
Prevención del síndrome
de inmovilidad.
Primaria
La mejor medida preventiva
es mantener el grado de movilidad. Diversos estudios coinciden que el ejercicio
físico es el principal factor para prevenir la inmovilidad.
Los beneficios del ejercicio
físico no disminuyen con la edad. Pero mejora la fuerza muscular y, por tanto,
mejora la deambulación, incrementa la masa ósea, mejora la hiperglicemia retrasando
el inicio de tratamiento con insulina, disminuye los niveles de triglicéridos
en sangre y aumenta el colesterol HDL (lipoproteínas de alta densidad). Disminuye
la ansiedad y los síntomas depresivos. A nivel cardiovascular disminuye la
respuesta hipertensiva y mejora la capacidad de reserva cardiaca y la extracción
de oxígeno de tejidos periféricos.
En ancianos enfermos
el ejercicio se ajustará según la patología y la severidad de la misma.
Para ancianos frágiles
están recomendados ejercicios de baja intensidad y aeróbicos. En ancianos
hospitalizados o institucionalizados es fundamental potenciar la realización de
actividades fuera de la habitación y de acuerdo a sus posibilidades.
La aparición de dolor,
disnea, inestabilidad o mareo es indicación de suspenderlo. Se recomienda
iniciarlo dos o tres días a la semana hasta llegar a cinco.
En ancianos sanos se
diferencian dos grupos: < 75 años: ejercicios de moderada a alta intensidad
aeróbicos y de resistencia; y en > de 75 años ejercicios de moderado
esfuerzo o de fortalecimiento.
En ancianos entrenados
se pueden realizar ejercicios aeróbicos de alta intensidad.
Ejercicio físico
— Los ejercicios de
potencia o fuerza muscular se realizan con la musculatura extensora de extremidades
superiores, desde atrás hacia delante
y sin separar los
brazos lateralmente. Se realizan con ayuda de pesas y poleas, uso de escaleras y
escalones.
— Los ejercicios de
resistencia aumentan de forma importante la fuerza y la masa muscular, siendo
bien tolerados por las personas mayores frágiles e independientes. Son ejemplos
la marcha, caminar ligero, ciclismo o natación. Forman parte de muchos
programas de rehabilitación cardiaca.
— Los ejercicios de
flexibilidad incluyen los estiramientos musculares y pueden realizarse de
forma activa o pasiva.
— Los ejercicios de
mantenimiento mejoran el gasto cardiaco aumentando el volumen de bombeo, aumentan
la fracción de eyección y volumen diastólico final, así como disminuyen la
frecuencia cardiaca.
Ejemplos son subir cuestas, escalera y peldaños, ir en bicicleta o nadar.
— Los ejercicios de
equilibrio pueden reducir el número de caídas. Dentro de los mismos se incluye
el taichi y el baile.
Prevención secundaria
Una vez instaurada la
inmovilidad es muy importante la detección precoz. Para muchos ancianos
este deterioro
funcional supone el inicio de la fragilidad. La presentación del síndrome de
inmovilidad puede ser variable, encontrando casos agudos o insidiosos.
Una vez detectada la clínica
se puede incluir una serie de adaptaciones del entorno que favorezcan los desplazamientos
y estimulen el mantenimiento de la autonomía. Dentro de estas medidas se
incluyen: evitar barreras arquitectónicas, mantener el nivel sensorial,
adaptaciones técnicas, estimular la independencia de las actividades básicas de
la vida diaria y de las instrumentales, así como monitorizar periódicamente los
cambios en las mismas.
A nivel práctico
habría que tener en cuenta los siguientes aspectos:
— Puertas: tener en
cuenta la amplitud, el peso y la facilidad para abrirlas o cerrarlas.
— Habitaciones y
pasillos: tener en cuenta su amplitud si es precisa la movilización en sillas
de ruedas o con ayuda
de caminadores.
— Mobiliario: retirar
los muebles que puedan interferir en la deambulación, así como colocarlos estratégicamente
como ayuda o punto de apoyo durante la misma.
— Barandillas: uso en
pasillos para apoyarse.
— Iluminación:
adecuada, con interruptores en lugares accesibles y cómodos.
— Suelo: eliminación
de alfombras, cables o cordones que favorezcan las caídas. Valorar el uso de
superficies antideslizantes y rampas en lugar de escaleras.
— Lavabo: uso de
barras de sujeción, elevadores en la taza del WC que favorezcan las
transferencias, superficie antideslizante en la bañera, facilitar la entrada y
salida de la bañera mediante asientos desplazables que permitan tomar el baño
sentado, grifería de sencillo manejo.
— Higiene personal:
adaptaciones en la esponja, peines y cepillos, cuidado de los pliegues, boca
y prótesis dentales.
— Vestido: sustitución
de botones y cremalleras por velcros, prendas abiertas por delante y suelas
antideslizantes en los zapatos. Para vestir la parte inferior del cuerpo será
más fácil realizarlo en decúbito comenzando por la extremidad más
discapacitada.
— Sillas: sólidas,
pesadas, con respaldo alto y brazos.
— Cama: altura preferiblemente
graduable o uso de tacos o colchones para modificarla según la persona.
— Cubiertos: adaptados
según las necesidades del anciano y platos hondos de plástico y colores vivos
en caso de déficit visual.
Prevención terciaria
La prevención terciaria
incluye el tratamiento de complicaciones, como contracturas articulares,
rigidez o anquilosis articulares, atrofia muscular, osteoporosis por
inmovilidad y las alteraciones a nivel del resto de sistemas anteriormente
mencionadas. Su prevención se inicia con el control postural que implica la
alineación corporal de forma simétrica del cuerpo evitando posturas antiálgicas
o viciosas, así como los cambios posturales cada dos horas inicialmente.
— Decúbito supino:
suele ser bien tolerado por el paciente. La cabeza en la línea media sobre una almohada
plana adaptada al cuello. El tronco debe estar recto, alineado con la cabeza y
el
raquis y conservando
la lordosis y cifosis fisiológicas. Las cinturas escapular y pélvicas
equilibradas y horizontales evitando la asimetría de la pelvis. Para evitar las
zonas de presión se podrán colocar almohadas bajo las piernas, muslos, área
lumbar y cervical (si no hay contraindicación). Se colocará algún dispositivo
para evitar la rotación externa de las EEII (extremidades inferiores) y la
equinización de los pies (bajo trocánter mayor y plano de apoyo para los pies
y/o arco para evitar el peso de la ropa sobre los dedos de los pies). De esta forma
se evita la retracción del tendón de Aquiles y del tríceps sural y se asegura
la posición plantígrada. Las EESS (extremidades superiores) se colocan en
diferentes posiciones de forma alternante: hombro a 90º de abducción y leve
rotación interna, codo a 90º de
flexión y antebrazo en
leve pronación; igual que antes, pero con antebrazo en pronación completa;
hombro en leve abducción, codo en extensión y antebrazo en supinación; muñeca
en leve extensión, flexión de 45º de articulaciones interfalángicas y pulgar en
oposición, abducción y leve flexión; con férula, leve dorsiflexión de muñeca,
extensión de metacarpofalángicas e interfalángicas y pulgar en extensión y
oposición.
— Decúbito prono: poco
tolerado, reservado para conseguir la extensión completa de las caderas y
aliviar la presión en las zonas posteriores del cuerpo. Dificulta la función
respiratoria.
— Decúbito lateral: no
deben mantenerse durante mucho tiempo por riesgo de úlceras por presión en
trocánteres. Favorece la flexión del tronco, caderas y rodillas.
Los cambios posturales
han de ser frecuentes, programados y regulares. Inicialmente cada dos horas y después
ajustados a cada enfermo (según la aparición de eritema cutáneo). Además,
también deben llevarse a cabo cuando el anciano está en sedestación (cogiéndolo
por las axilas desde atrás y levantando los glúteos durante unos segundos).
Prevención de las caídas.
Deberemos identificar las causas y los
factores de riesgo de estas caídas y actuar sobre ellos, disminuyéndolos o
eliminándolos en la medida de lo posible.
Cuidados generales
· Realizar un buen seguimiento del estado de
salud y el control de la medicación del paciente.
· En caso de que el
residente presente agitación, valorar la necesidad de cambio de tratamiento y/o
utilizar contenciones mecánicas, en caso que sea estrictamente necesario.
· Es muy importante
que los profesionales “no vayan con prisas”, no dejen a los residentes solos y
que presten atención a lo que hacen.
Iluminación
· Buena iluminación en
general (evitar áreas mal iluminadas.)
· Tener interruptores
cerca de las puertas y de la cama, que estén accesibles
Se aconseja la
instalación de “luces nocturnas”, que son pequeños pilotos que se encienden
durante la noche.
En el baño
· Instalar barras de
sujeción, tanto en el retrete y/o ducha, que ayuda a: incorporarse, agarrarse,
levantarse y/o movilizarse.
· También resultan de
gran ayuda los asientos / sillas en la ducha.
Suelos
· Evitar suelos
irregulares, deslizantes y resbaladizos, con desniveles y desperfectos.
· El suelo debe
mantenerse seco, hay que evitar que se puedan caer porque el suelo esté mojado.
· Eliminar obstáculos,
aquellos elementos que puedan entorpecer la marcha, sobre todo en las zonas de
paso.
Calzado
· Procurar utilizar
zapatos cómodos, que sujeten bien el pie. Se deben evitar zapatillas.
· Es importante
proveer un buen apoyo y amortiguación del talón, por lo que deben ser firmes.
· Además, se
recomienda que las suelas sean antideslizantes.
¿Cuál es el calzado
más adecuado?
Calzado ancho.
Ajustable con velcro
preferiblemente, hay casos en que los cordones también pueden servir.
Suela antideslizante.
Tejido flexible.
Buena sujeción en el
talón, evitar el calzado abierto por detrás.
Ligeros en cuanto al
peso.
Que sean adecuados a
la estación del año.
Evitar tacones.
Con todo esto buscamos un zapato o zapatilla
fácil de poner, que respete la forma de cada pie y que facilite la
deambulación. De esta manera evitaremos caídas y las consecuencias que ello
conlleva.
Pasillo
Es recomendable que el
pasillo disponga de pasamanos/barandillas (al menos a un lado), en los
laterales, para que los residentes puedan sujetarse y mantener más la
estabilidad.
Dispositivos de
ayuda
· Utilizar
dispositivos de ayuda, tales como bastones y andadores, que ayudan a aumentar
la base de sustentación y de apoyo.
· Dejar frenadas las
sillas de ruedas.
· Barandas firmes y
seguras en la cama.
· Evaluar la necesidad
de la utilización de dispositivos visuales y auditivos (gafas y audífonos) y
revisar su buen estado.